En el gran lago

A partir de la lectura del álbum ilustrado En el gran lago, de Carlos Lapeña, ilustrado por Fernando Ferro y traducido al inglés por Beatriz Bejarano (Alfasur, 2010), escribimos estas variaciones interconectadas.

Dibujo de Eimy


EN EL GRAN LAGO

I. SUEÑO (Eimy)

La niña Eimy, que era hija de un pescador, vio algo sin sentido un día, una cosa marina rara. La llamó Corropalotilisoveraterosodalnofoso. Fue todo un sueño.


II. EL MONSTRUO FAMOSO (Madeleine)

Hola, Lectores:

Para los nuevos, soy Lina Hans, de Escocia. Soy la cuarta generación de la venta de souvenirs en la caseta del lago Ness. Muchos seguidores me piden que cuente la verdadera historia del monstruo del lago. Así que allá va.

Cuentan las lenguas antiguas que en 1750 un marinero vio a lo lejos una cola enorme, llena de escamas, y gritó: “¡monstruo, monstruo!”.

Con el paso de los años, fue chico, chica y hasta alienígena.

Mi abuela me dice que los vendedores, antiguamente, ponían cosas en sus puestos, como escamas o piedras, y decían que eran del monstruo, que las había subido él para los escoceses.

También fue de color verde, morado, azul y hasta arcoíris.

Yo pienso que querían vender como sea y lo consiguieron, porque después de tantos años todavía sigue viva la historia.

Aún no se ha comprobado su existencia. Yo pienso que fue creado para ganar dinero.

Un gran abrazo, lectores. Tened cuidado con Glenny o con el monstruo.


III. LA MENTIRA (Nicolás)

Soy el dueño de una tienda de souvenirs en el lago entre el Mar del Sur y el Mar del Norte. Trabajo vendiendo merchandising sobre un monstruo marino, pero es inexistente. Vivo de una mentira.

Aparte de vendedor soy buceador profesional y he recorrido todo el lago innumerables veces, obteniendo el resultado de que solo hay gambas, truchas y otros animales.

Tengo una mujer y una hija, Luna Hans, que tiene un blog contando mentiras, pero ella no lo sabe, y los tres vivimos con el dinero recaudado con la mentira. Cuando la gente compra bolsas, peluches, tazas, postales o imanes del monstruo, mi conciencia me obliga a gritar la verdad, pero mi instinto de supervivencia me impide hacerlo.

Lo peor es cuando me preguntan por el monstruo o me piden pruebas de su existencia. Ahí la verdad intenta salir de mi boca como un inocente de prisión, pero no puede. Pienso en cómo afectaría a mi familia que se confirmase la inexistencia de este ser, así que, intentando parecer convincente, les cuento historias, les enseño fotos, mientras mi cabeza mi grita: “¡mentiroso!”.


IV. EL INCIDENTE (Víctor)

Aún me acuerdo de cuando era niña como si fuera ayer.

Ella era la hija del mejor estafador que vende sobre mí y la que más ensuciaba el lago, así que asomé la cabeza, le grité cuando me enfadé y me la comí.


V. GLENNY (Daniela)

Abrí los ojos y vi el fondo marino moverse rítmicamente. Siempre igual, sereno y silencioso. Nadé en busca de algo para comer. Finalmente, encontré algas muy jugosas. Comí hasta saciarme y nadé para disfrutar del fondo marino. De pronto, sentí cosquillas en las escamas. Escuché llantos y un muñeco verdoso se deslizó hacia el fondo del lago. Agarré el muñeco antes de que se hundiese y lo miré atentamente. Larga cola, escamas verdosas, aletas flexibles… En su mirada reconocí… a Glenny, o sea, a mí. Se me pusieron las escamas de punta. De pronto recordé que los humanos seguían ahí… Agarré a la mini-Glenny y me sumergí hasta el fondo, para huir. Cuando me alejé unos metros, escuché una voz proveniente de un puestecito que tenía un cartel que ponía: “el monstruo marino”. La voz parecía de hombre adulto y decía: “no puedo seguir mintiendo, pero mi familia depende de mí. Mi hija y el destino de su blog correrían peligro si se descubriera que todo es una mentira”. Sonreí con compasión y me sumergí para dirigirme a otro lado. Pobre hombre, no sabe que no ha contado nada más que verdades.


Dibujo de Daniela



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