Ian Herranz
EL ANIMAL: TENDESILLA
El TENDESILLA es parecido a un tendedero, pero con una silla sobre su lomo. Habita encima de los tejados. Es muy orgulloso. Es omnívoro. Come hierba, pero si le molestas puede comerte. Es muy raro, porque tiene la cabeza grande y el cuerpo pequeño y fino. Tiene cuatro patas, aunque casi no se le ven, porque son transparentes. Tiene la boca pequeña y los ojos grandes como manzanas. No puede oler, se guía por el sonido, la vista y el tacto. Tiene un tacto superdesarrollado. Solo baja de los tejados para comer y beber. Es ovíparo y puede poner hasta 37 huevos de una vez. Mide tres metros cuando es pequeño y cuando es adulto, ocho metros. No tiene colmillos. Come con pinzas.
LA AVENTURA: LAS AVENTURAS DEL TENDESILLA
Era
un día
frio de invierno, la lluvia golpeaba las ventanas, no me podía dormir. De repente, oí un sonido chirriante, me
asomé a la ventana y vi la silueta
de un extraño animal que se acercaba hacia mi. Volví a mi cama corriendo y me tapé con las mantas pero en un instante la ventana se
abrió de par en par y el extraño
animal entró en mi habitación. Al principio sentí mucho miedo porque…¡tenía el tamaño de
mi cama! ¡el cuerpo era un tendedero! ¡tenía una silla
sobre su lomo! Inesperadamente sonó un trueno y el
animal empezó a hablar. Me sorprendió que supiera hablar mi idioma:
—Hola Ian.
—¿Quién eres? O, mejor dicho,
¿qué eres?, ¿por qué estas aquí?, ¿cómo sabes mi nombre? Creo que estoy soñando…
—Tranquilo, no tengas miedo,
no voy a hacerte daño. Soy un
Tendesilla, sé tu nombre y el de todos tus
vecinos porque suelo estar en los tejados de vuestras casas.
—¿Y por qué no te he visto nunca?
—Porque somos muy sigilosos y, como ves, un poco transparentes, nunca nos dejamos ver, pero en esta ocasión he bajado a pedirte a ti una cosa. Tus vecinos cada vez están más tristes por las pequeñas cosas que les suceden del día a día y necesito que tú me ayudes a devolverles la alegría.
—Pero ¿por qué yo?
—¿No quieres?
—Mmnnnn... ¡Sí quiero! ¡Me gusta ayudar! Pero ¿por qué me lo pides a mí y no a otro?
—Te he visto por la ventana, siempre estás alegre y con ganas de ayudar, creo que eres la persona adecuada.
Desde ese día empezaron a ayudar a todas las personas tristes a
ser un poquito más felices:
ayudaba a la señora María a subir la
compra al tercero, sujetaba la puerta del portal para que el señor Aurelio, que tenía
84 años, pudiera salir a la calle con facilidad, colaboraba
con su padre a hacer la comida y leía con su
hermano pequeño un cuento cada noche.
Al caer el sol, Ian y el Tendesilla se reunían y planeaban cómo ayudarían a la gente el día siguiente, empezaron a notar cómo poco a poco los vecinos estaban más felices, fue el inicio de una gran amistad y de un montón de aventuras.
—Hola Ian.
—¿Y por qué no te he visto nunca?
—Porque somos muy sigilosos y, como ves, un poco transparentes, nunca nos dejamos ver, pero en esta ocasión he bajado a pedirte a ti una cosa. Tus vecinos cada vez están más tristes por las pequeñas cosas que les suceden del día a día y necesito que tú me ayudes a devolverles la alegría.
—¿No quieres?
—Mmnnnn... ¡Sí quiero! ¡Me gusta ayudar! Pero ¿por qué me lo pides a mí y no a otro?
—Te he visto por la ventana, siempre estás alegre y con ganas de ayudar, creo que eres la persona adecuada.
Al caer el sol, Ian y el Tendesilla se reunían y planeaban cómo ayudarían a la gente el día siguiente, empezaron a notar cómo poco a poco los vecinos estaban más felices, fue el inicio de una gran amistad y de un montón de aventuras.
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