Trabajamos los personajes para una historia y este es el cuento que ha escrito Javier.
JOE Y LA CONSOLA MÁGICA
El bandido seguía buscando, pero no lo encontraba. ¿Cómo era posible? Se supone que tenía que llevarla al jefe. Aquella consola escurririza se había escapado. Mientras tanto, en Londres… Joe se había levantado. Sus vacaciones de verano eran geniales. Bajó a desayunar. Después del delicioso bacon, se fue al parque. Allí, encontró a una PS2 abandonada. Al rozar sus dedos en ella, se movió bruscamente.
- ¡¿Qué haces?! -dijo la consola.
Joe saltó hacia atrás.
- Siento haberte asustado -volvió a decir la consola.
- Ha… ¿hablas?
- Sí, puedo hablar perfectamente todos los idiomas.
- Hola, soy Joe, ¿y tú?
- No tengo nombre, pero puedes llamarme Consola.
- ¿Cómo es que estás aquí abandonada?
- Es una historia muy larga. Verás. Unos fabricantes me
inventaron con el objetivo de vender a la gente un producto carísimo. No sólo
soy una consola, puedo teletransportarte al mismo juego infinitas veces. Un
secuaz de los fabricantes me persigue porque soy el primer prototipo que
funciona. Me escondo de él y por eso me encuentro aquí.
- Vaya historia, si quieres ven a mi casa, allí estarás
segura.
- ¿De verdad?
- Claro.
- Muchas gracias, de verdad.
- Pues en marcha.
Joe vivía en un barrio muy agradable. Los veninos alguna vez
les habían invitado a él y a sus padres. Tenía amigos de la escuela y del
barrio. Muchas tardes salían a montar en bici, a jugar a la consola, iban al
río, montaban Legos y muchas cosas más. Cuando llegaron, entraron en la casa.
- ¿Estás ya en casa, Joe? -dijo una voz.
Rápidamente escondió la consola detrás de su espalda.
- Sí, mamá, estoy aquí. Me voy a mi habitación.
- Vale, cariño.
La habitación era grande y espaciosa. Estaba colgada con
algunos pósters de Legos y de videojuegos. También, en el techo, estaba el
sistema solar. Colocó la consola cuidadosamente en el suelo.
- Gracias -dijo la consola.
- De nada, Consola.
- ¿Podrías enseñarme lo que haces con los juegos?
- Claro, pero necesito un juego.
- Toma éste.
- Fórmula uno 4.
- Exactamente, me gustaría echar una carrera.
- Vale, prepárate.
- ¡Espera!
- ¿Qué?
- Cuando esté en el juego, ¿estarás conmigo?
- Sí, estaré contigo, también podremos ver el exterior a
través de la pantalla del televisor.
- Empezemos entonces.
Joe observó que estaba en una gran sala llena de coches.
Separados por escuderías. Joe eligió el Ferrari y a Michael Schumacher. También
eligió el circuito. Comenzó la carrera, Joe iba el último, pero, entonces,
adelantó seis coches. Lo estaba pasando genial. Pasado mucho tiempo, le dijo a
la consola que quería volver. En un momento, se encontraba en su habitación.
- ¿Te apetece dar una vuelta por la ciudad? -dijo Joe.
- Me parece bien.
Al poco tiempo, estaban paseando, bueno, Joe era el que
paseaba, porque la consola estaba en la mochila. La calle estaba desierta, de
repente encontró un videojuego. Al cogerlo, una gran red cayó.
- ¡Socorro! -gritó Joe.
- ¿Qué pasa? -preguntó la consola, que salía de la mochila.
- No pasa nada -dijo un hombre.
- Es el bandido -dijo el aparato.
El bandido se acercó y cogió rápidamente la consola.
- ¡No! -exclamó el niño.
En ese momento, tuvo una idea. Le daría a la consola el juego
que era la trampa y la consola teletransportaría al villano. Cogería el DVD y
lo rompería para que no pudiera escapar.
- Atrapa el juego -dijo Joe.
La consola lo atrapó al vuelo y teletransportó al villano al juego. La consola seguía allí en la calle porque, como no tenía una pantalla a la que conectarse, solo teletransportaba al jugador. El niño cogió el DVD y lo rompió. De esta manera no podría escapar.
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