Empezamos el curso con una declaración de intenciones.
UN
SEÑOR MADURO CON UNA OREJA VERDE
Un día, en el Expreso de Parla a Villaverde,
vi que subía un hombre con una oreja verde.
No era ya un hombre joven sino más bien maduro,
todo menos su oreja, que era de un verde puro.
Cambié
pronto
de asiento y me puse a su lado
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.
Le
pregunté:–Esa
oreja que tiene usted, señor,
¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?
¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?
Puede
llamarme viejo –me
dijo con un guiño–,
esa oreja me queda de mis tiempos de niño.
esa oreja me queda de mis tiempos de niño.
Es
una oreja joven que sabe interpretar
voces que los mayores no llegan a escuchar:
voces que los mayores no llegan a escuchar:
Oigo
la voz del árbol,
de la piedra en el suelo,
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.
Y
comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas
que en la oreja madura resultan misteriosas…
que en la oreja madura resultan misteriosas…
Eso
me contó
el
hombre con una oreja verde
un día, en el expreso de Parla a Villaverde.
un día, en el expreso de Parla a Villaverde.
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